En el vasto universo de las apuestas deportivas, se han registrado innumerables historias de grandes ganancias y derrotas inesperadas. De las apuestas más inverosímiles que se conocen hay dos extremadamente asombrosos que se realizaron a diez años vista.
La primera data de 1998, cuando Richard Hopkins, un fanático británico de la Fórmula 1, llevó a su hijo Evan, de 13 años, a un karting local en Gales. Allí, vieron a un niño de ocho años llamado Lewis Hamilton, que demostraba habilidades de conducción extraordinarias para su edad. Hopkins quedó tan impresionado con el talento del joven Hamilton que decidió hacer una apuesta a largo plazo basándose en su intuición.
Sin pensarlo dos veces, Hopkins se acercó a una casa de apuestas y colocó tres apuestas únicas sin usar un sportium codigo promocional. La primera fue que Hamilton ganaría un Gran Premio en la Fórmula 1 antes de los 23 años. La segunda fue que sería campeón mundial de Fórmula 1 antes de los 25. Y la tercera y más audaz apuesta fue que lograría ambos hitos. Las expectativas de ganancias basadas en los estudios de probabilidad de cada una de estas apuestas eran de 200 a 1, 500 a 1 y 1.500 a 1 respectivamente.
En ese momento, las personas que rodeaban a Hopkins pensaban que las apuestas eran pura locura. Sin embargo, él confiaba en el talento innato que había visto en el joven Hamilton. Pasaron los años, y Hamilton comenzó a escalar en las categorías inferiores del automovilismo, hasta que finalmente en 2007 hizo su debut en la Fórmula 1 con McLaren. En su año de debut, Hamilton logró su primera victoria en el Gran Premio de Canadá, haciéndolo a la edad de 22 años y cumpliendo la primera de las apuestas de Hopkins. En 2008, Hamilton se convirtió en el campeón mundial de Fórmula 1 a la edad de 23 años, cumpliendo las otras dos apuestas de Hopkins.
Con estas victorias, Richard Hopkins ganó más de 165,000 libras esterlinas (aproximadamente 190,000 euros), gracias a su fe inquebrantable en el talento de un niño de ocho años que vio en una pista de karting. La apuesta de Hopkins es, sin duda, una de las más inverosímiles y audaces en la historia del deporte. No solo demostró una increíble visión de futuro, sino que también destacó la increíble carrera de Lewis Hamilton, quien desde entonces se ha consolidado como uno de los mejores pilotos en la historia de la Fórmula 1.
Más dinero aún ganó Gerry McIlroy, padre del famoso golfista Rory McIlroy. En 2004, cuando Rory McIlroy tenía solo 15 años, su padre y tres amigos hicieron una apuesta conjunta de 400 libras esterlinas (aproximadamente 460 euros) a una cuota de 500 a 1 de que Rory ganaría el prestigioso torneo de golf Open Championship antes de cumplir 26 años.
Durante los siguientes años, Rory McIlroy se convirtió en uno de los golfistas más prometedores del mundo. Luego, en 2014, Rory ganó el Open Championship a la edad de 25 años, lo que permitió a su padre y sus amigos ganar la apuesta, obteniendo una ganancia de 200,000 libras esterlinas (aproximadamente 230,000 euros).
Esta apuesta, al igual que la de Richard Hopkins, es un ejemplo de una apuesta a largo plazo basada en la fe en el talento de un joven deportista. En ambos casos, estas apuestas inverosímiles resultaron en grandes ganancias.