Fue una conversación casual, una persona normal hablando con otra persona normal en Twitter. Si es que hay personas normales en Twitter. El tema de conversación era el terremoto mediático que está agitando la liga española estos últimos meses, los presuntos pagos realizados por el Fútbol Club Barcelona al que era presidente del Comité Técnico de Árbitros: José María Enríquez Negreira. En el intercambio de opiniones que vi casualmente en la pestaña «Para ti» de Twitter, un aficionado del Barcelona amenazaba con la ruina a un aficionado del Elche si el club catalán descendía, ya que, según este seguidor culé, la liga vivía de Madrid y Barcelona y si faltaba uno de los dos, pues, ya saben, hecatombe, ruina, desolación, tragedia. La caída del Imperio Romano, versión fútbol, vaya.
Sé que para la mayoría de las personas la pestaña «para ti» es como si llegara Virgilio en plan cutre, o sea Elon Musk, y te metiera del pescuezo en un dantesco círculo del infierno, pero en mi caso me gusta porque me saca de la zona del confort de mis seguidores. Así puedo comprobar, por ejemplo, la vigencia de la idea de que el fútbol español pertenece a Madrid y a Barcelona y pueden hacer lo que quieran y les debemos pleitesía. Idea bastante extendida que ni siquiera es defendida con conciencia o maldad por los seguidores, simplemente es lo normal. El sol sale por el este, la lluvia cae para abajo y lo único que importa en el deporte español es el destino de Madrid y Barcelona.
Unas puntualizaciones, antes que nada. El aficionado de un equipo grande en España es igual que cualquier aficionado de equipo grande del mundo. Yo soy de un equipo grande, así que sé lo que digo. Este artículo no es un arrebato de antipatía hacia dos clubes que son, quizá, los mejores del mundo y un orgullo del deporte español. Y un descargo de responsabilidades aún más importante. No tengo ningún interés especial en que el Barcelona sea castigado ni sea exonerado. Quiero que se sepa la verdad y se actúe con justicia porque es lo correcto.
Mi equipo grande es la Juventus. También sé de lo que hablo. Te comes el año en segunda, que tampoco es para tanto, y luego la vida sigue tal cual, hay peores dramas en la vida. Si el Barça es culpable debe bajar o sufrir la correspondiente sanción, sea cual sea porque es lo correcto. No hay más, no podemos estar todos los días instruyendo sobre el pensamiento kantiano. La autora de estas líneas siente devoción por Faulkner y el imperativo categórico, cada uno es como es.
Si eso ocurre, evidentemente que es negativo en todos los términos, desde deportivos hasta económicos para el fútbol español. El Calciopoli es una de las razones por las que sobrevino un declive del fútbol italiano porque además, aunque la Juventus fue la más castigada con su consiguiente descenso administrativo, otros clubes como el Milan también fueron penalizados. Pero el Calciopoli no tuvo la culpa de los estadios vetustos, la violencia, la burocracia, la poca confianza en la cantera, los fichajes fallidos, la mala gestión económica, etc. El Calcio está como está por un sinfín de errores, no por aquel verano del 2006. Pero además, la amenaza de que el fútbol español de primer nivel no podrá sobrevivir sin el Barcelona no solo es una reacción soberbia, también es hilarante. No por ser incierta, sino por inmoral.
Los aficionados del Elche, o del Valladolid, o del Málaga vieron hace unos años como el pastel de los derechos televisivos se dividía al gusto de Real Madrid y Barcelona, los dos únicos equipos que a nivel económico, periodístico y mediático parecen existir. La comparación con la distribución en la Premier es especialmente llamativa. Mientras en Inglaterra se busca un reparto más o menos igualitario, aunque lógicamente los clubes con más repercusión y audiencia cobren más, en España, Madrid y Barcelona se llevan un reparto quizá exagerado del pastel. Por ejemplo, durante la temporada 2021-2022, el club catalán recibió 165 millones y el Real Madrid 163 millones. Cifras parecidas a las que recibió el City que fueron 152 millones o el United que alcanzó los 151 millones. El tema es que el equipo de Premier que menos recibió fue el Sheffield United con 97 millones, mientras que el Valladolid recibió 48 y el Huesca 46, casi la mitad que el club de las Midlands.
En Inglaterra hay una cultura de club propio muy definida y a la vez una idea quizá incluso ególatra de orgullo nacional que permite a la sazón valorar la Premier como un producto propio, querido y de altísimo nivel. En España parece todo supeditado siempre a los dos grandes y a veces da la sensación de que la Liga es un incordio, más que algo a lo que hay que cuidar. Pero para llegar a las candilejas de la Champions hay que sufrir en los campos locales.
Ese desprecio al resto de equipos tuvo su punto álgido con el fallido proyecto de la Superliga cuando en abril de 2021 una serie de equipos ricos europeos encabezados por Real Madrid y Juventus quisieron separarse de la UEFA y hacer una competición propia. Aunque luego ha habido algún intento de rectificación queriendo invitar a más equipos, la idea primigenia era una liga cerrada entre los grandes clubes de España, Italia, Inglaterra, Francia y Alemania que dejaba fuera del pastel y de la atención no solo a la mayoría de equipos (piensen en aficiones como la del Nápoles, Sevilla, West Ham o Fiorentina) sino también ignoraba completamente a Holanda (Ajax, Feyenoord), Escocia (Celtic y Rangers) o Portugal (Benfica, Porto y Sporting). De lo que supondría para el fútbol del Este, ya bastante tocado tras la ley Bosman, casi mejor ni pensarlo. Quizá para darle a Modric un gran partido cada fin de semana estaban matando cualquier posibilidad de un nuevo Modric, que es hijo de la periferia futbolística europea.
Si la Superliga fracasó (aunque en teoría el proyecto sigue en pie) fue porque las aficiones de los equipos ingleses se opusieron. Cierto es que bajo el poderío financiero de la Premier todo se ve mucho mejor, pero aquellos aficionados que salieron a protestar lo hicieron defendiendo el fútbol de todos, el de los domingos en cada rincón del país, un ritual pagano que va mucho más allá del deporte y que significa mucho más que las simples victorias o los títulos. Si solo importase ganar todos seríamos del Madrid o del equipo grande de turno, pero en realidad hasta el club más pequeño del barrio más humilde de la ciudad más olvidada cuenta con fieles hinchas. De hecho, nunca jamás he escuchado a un aficionado del Madrid o de la Juventus o del Bayern decir que eligieron su club tras consultar el palmarés. Uno encuentra su club como encuentra el amor, pero además sabiendo que este sí que es para toda la vida.
Ahora, desde el entorno culé hay quien pide ¿solidaridad? ¿Empatía? ¿Hacer la vista gorda?, a los aficionados de esos clubes que despreciaron con los derechos televisivos, que despreciaron con la Superliga, a los aficionados de esos clubes que veían como un auténtico incordio. Qué divertido es jugar con el Getafe, decían irónicamente. Hoy dicen que sin el Barça ese Getafe no es nadie. No entendieron nada en su momento y siguen sin entender nada. No entendieron el sentido de pertenencia, el vínculo con la comunidad, la fuerza de las raíces, un sentimiento absurdo, que no busca ninguna recompensa, que ni siquiera espera la felicidad, pero que provoca cosas tan maravillosas como aquel aficionado del SudTirol, un equipo de Serie B italiano, que se hizo casi 900 km desde Bolzano hasta Benevento para ver a su equipo jugar, siendo el único de su afición que había tenido esa idea, ocupando él solo una grada entera.
Ese aficionado como los que protestaron contra la Superliga en Sheffield, esos seguidores que llenan cada semana Riazor, no se merecen esa amenaza velada de depender vital y económicamente de los grandes. No se merece ese escupitajo clasista que sueltan incluso personas que jamás tratarían a los más humildes de esa manera en otros ámbitos de la vida. Sí, al final las grandes audiencias vienen por los partidos entre poderosos, pero esos partidos no pueden existir sin las canteras de todos los equipos, sin todos los niños jugando al fútbol en cada esquina, sin todos los estadios grandes, pequeños, llenos de colorido y gritos. El fútbol es de todos. Y el aficionado que sabe que sufrir es bajar a segunda, o estar al borde de la desaparición, el que sabe que eso es lo que duele y no remontar al City para ganar la decimocuarta, ese aficionado no se merece ni desplantes ni chulería, porque son ellos los que mantienen vivo el corazón, el verdadero corazón de este invento que aunque nos lo han robado los ricos, lo inventamos los pobres.
Totalmente de acuerdo con el artículo. Solo una mínima matización , los pagos del FC Barcelona a Negreira no son presuntos, lo que si puede ser presunto son los motivos de los pagos.
En Inglaterra habrá una cultura de club propio muy definida y valorarán la Premier como un producto propio, querido y de altísimo nivel, y tendrán un reparto de ingresos más o menos igualitario, y además conducirán por la izquierda.
Pero si miramos el palmares, desde la temporada 2000-2001 la Premier la han ganado (si no me equivoco) solo cinco equipos distintos, mientras que la liga española la han ganado cuatro. Y en la última década, desde la temporada 2012-2013, la Premier ha visto solo cuatro equipos campeones, mientras que la Liga ha visto tres. Así que las diferencias son mínimas. En Inglaterra, como en España, los grandes son muy grandes y los pequeños, nada.
¿Por qué en Inglaterra los grandes toleran que el reparto de los derechos televisivos sea tan «igualitario»? A lo mejor es, señora Fernández, porque los grandes clubes ingleses tienen grandísimos ingresos que no vienen de ese pastel. ¿O a lo mejor usted se cree que el dispendio constante del Manchester United durante las temporadas de Guardiola, o el salvaje gasto del Chelsea en fichajes este año, o el record de gastos de la Premier cada año, salen solo de los derechos televisivos?
En Inglaterra los clubes pequeños son tan ninguneados por los grandes como en España. Las circunstancias, distintas a las españolas, pueden hacer que a usted le parezca que no, pero las apariencias engañan, o al menos parecen haberla engañado a usted.
Gran comentario, poniendo de relieve las vergüenzas de este medio que parece dirigido por Tebas, con las noticias de fútbol siempre dirigidas a vilipendiar a Barça y Madrid.
Es bastante triste ver a Jot Down publicando la misma sarta de sandeces que se escuchan o leen en cualquier parte. Ninguna profundidad en el análisis, ninguna contraposición de argumentos, ningún dato objetivo. El mismo perro con distinto collar (más bonito, pero igual de pulgoso)
Mi opinión no es imparcial pues soy del Valencia, un grande de España y un clásico europeo de capa caída ya demasiados años, pero que no es un club humilde. Aún así tampoco le ha beneficiado lo de los mencionados derechos televisivos y la sobredimensión presupuestaria que ha convertido la Liga en cosa de los dos mastodontes mientras el Atlético, que tampoco está manco, sólo ha conseguido meter cuello ¡dos! veces. Podrá decirse que antes no era muy distinto, pero ahí están las dos ligas del Valencia y varios subcampeonatos, la del Depor y sus también varios subcampeonatos, la Real Sociedad que casi gana en 2003, el Villarreal en 2008 y en general unas Ligas más emocionantes y no tan cosa de dos.
Por cierto que la hegemonía del City es notoria, en medio de una Premier repleta de dueños multimillonarios, pero el United ganó 13 ligas en 20 años (1993-2013) y el Leicester fue primero en 2016.
Qué cachonda.
La lluvia de dinero de propietarios multimillonarios, ya sea de Oriente Medio (Newcastle, Manchester City) u Occidente (Chelsea, Manchester United) no ha tenido nada que ver. Todo es por el justo y equitativo reparto de derechos audiovisuales, que aquí en España los malvados grandes acaparan.
Oiga, que no somos tontos