A estas alturas a nadie le importa ya si el Barça funciona con un modelo de juego como para enseñar en las escuelas de fútbol en el nivel de excelencia porque se ha colocado a once puntos del Real Madrid. Esto es lo que vale: los números. Y son incontestables. Sexta victoria consecutiva nada menos y en una de las salidas más complicadas que le quedan, a priori, en el campeonato. Decimosexto partido además que los culés se quedan con la portería a cero y esta vez sin pasar angustia; no remataron la faena que comenzó Pedri en el 18’, pero tampoco sufrieron en exceso. No dominaron el partido a través de la posesión de la pelota y ni falta que les hizo. El Barça más efectivo se escapa en la clasificación y presiona al Madrid que tiene un título más, el Mundial de clubes, y un partido menos.
Se celebran la solidez y las estadísticas en un equipo que estaba famélico y que a través de las victorias se está afianzando en la competición nacional donde no hay rival capaz de achucharle, pero sobre el que pesa la sensación de que no es todo tan bonito, ni eficaz, como parece. El choque ante el Manchester United en la Europa League del jueves servirá para saber si de verdad el pulgar se puede poner hacia arriba. El equipo de Erik ten Hag está tercero en la Premier, a dos puntos del City, y es la piedra de toque para medir el estado actual del Barça de Xavi, que ha ganado siete partidos por la mínima y ayer ante el Villarreal ni siquiera le hizo falta dominar con el balón, una de las máximas en el catecismo azulgrana. Disparó sólo una vez entre los tres palos en la segunda parte del partido y fue más que suficiente para sumar los tres puntos. El resultadismo, y más poniendo en contexto la situación en la que venía el Barça, es la nueva religión azulgrana. El ídolo es Ronald Araújo en un equipo que tiene a Pedri y en el que los números salen. Así que por ahora, no hay mucho más que hablar. No enamora, pero gana. Y es lo que cuenta.
El Real Madrid es el único que puede disputarle el título y tampoco está para tirar cohetes. Ganó el sábado su quinto Mundial de clubes ante un rival muy inferior -pero que fue capaz de marcarle tres goles- y que está tan ocupado en defender a Vinicius que se olvida de todo lo demás. El bálsamo de Rabat tiene los días contados y contra el Elche el miércoles y el Osasuna el sábado se comprobará la caducidad. El brasileño jugó liberado, marcó dos goles y dio una asistencia en la final, pero la vuelta a la realidad se presume complicada porque el ruidazo que le acompaña ya es difícil de manejar. Está señalado, los rivales saben cómo desquiciarle y tanto él como el equipo han caído de lleno en la trampa. Vinícius, además, no es el único problema que tiene Ancelotti, pero resulta la excusa perfecta para no debatir de lo demás, como el despiporre defensivo con una pareja de centrales, Rüdiger-Alaba, que no termina de funcionar.
En una semana de entreguerras, antes de los duelos europeos y con el Mundial de clubes por medio, la vida sigue igual y las pulsaciones a la espera.
Erre que erre con Vinicius, claro que sí. Gemma sigue poniendo el foco en el chaval, y qué mal el Madrid que defiende a su jugador, caen en la trampa y se distraen, la culpa es suya que provoca…en fin. Tolerancia uno contra el racismo, si es del Madrid.
«Resulta la excusa perfecta»… Eso digo yo. Resulta la excusa perfecta para hacer un artículo mediocre sin hablar de fútbol ni de nada. A ver si hay alguna mención en el próximo artículo al escándalo de Enríquez Negreira, o un artículo como el del Moggigate que saca hoy JD. Spoiler: no lo habrá. #ElTinglado