Hace una semana, la Bundesliga, la Serie A y la Premier League aún estaban en disputa. También lo estaba la Copa del Rey española y varias otras competiciones de clubes a lo largo del planeta. Entre eso y la polémica sustancial a esta Copa del Mundo de Qatar, se puede decir que estamos un poco saturados de fútbol. Por si eso fuera poco, no es verano, no hay vacaciones, los horarios son infames para los que trabajan en un horario razonable y para los estudiantes. Por todo ello, y para saber atinar el tiro –treinta y dos equipos son muchísimos–, vamos a seleccionar los once jugadores (y el entrenador) que no conviene perderse bajo ningún concepto.
Tal vez no sean los mejores, tal vez no sean las joyas más escondidas del mundo. Son once futbolistas, ordenados en un 3-4-3 razonable (sin excesos del tipo Leo Messi organizando el equipo para que quepa en la lista) y con solo dos requisitos por cumplir: el primero, que no puede haber dos de una misma selección; el segundo, que tiene que haber algo muy concreto, aunque a la vez muy subjetivo, que justifique la recomendación. Aquí están. Si a alguien le gusta coleccionar cromos, pero no tiene tiempo para rellenar todo el álbum, estos son los once que no pueden faltarle.
Thibaut Courtois (Bélgica/Real Madrid). Courtois no solo fue el mejor portero del mundo el año pasado, sino probablemente el mejor jugador. El hacedor de todos los milagros madridistas antes del minuto ochenta y cinco. El posibilitador, vaya. Lleva un año regular, como si se hubiera cansado de ser infalible. Siendo Bélgica, como es, el eterno aspirante que queda en nada, será interesante ver si Courtois levanta el vuelo y les firma el empate hasta el descuento. Y, luego, que Roberto Martínez encuentre su Rodrygo.
Achraf Hakimi (Marruecos/París Saint Germain). Hace dos años, prometía convertirse en el mejor lateral del mundo. Eso, como siempre, hasta que le fichó el PSG. Los mundiales son buenos escenarios para ese tipo de jugadores fugaces y más aún en el contexto de una selección tan imprevisible como Marruecos, con un portero soberbio como Bono, un extremo consolidado como Ziyech y las bandas cubiertas por el citado Achraf y por Mazraoui, otro tipo que va sin miedo por la vida.
Mathias Olivera (Uruguay/Nápoles). Juega en el equipo de moda de Europa y eso ya debería bastar. Aparte, hay ganas de saber qué versión veremos de Uruguay, un equipo que tiende al todo o nada. Arriba seguirá Luis Suárez, pero no sé hasta qué punto cabe esperar demasiado de él. Otra cosa son Darwin Núñez y Federico Valverde. Una pena que las lesiones no nos dejen ver una pareja de laterales “made in Getafe” por las molestias físicas de Damián Suárez.
Ruben Días (Portugal/Manchester City). Portugal ganó en 2016 la Eurocopa más extraña de la historia. Una colección de prórrogas y penaltis que culminó en un gol del improbable Éder. Desde entonces, nada. Ahí se han juntado Silva, Fernandes, Cancelo, Felix y un largo etcétera de estilistas que acaban cayendo ante el primer rival medio duro. ¿Puede eso cambiar en 2022? Por supuesto, pero para eso Portugal tendrá que ser fiel a lo que siempre ha sido: defensa pétrea y a rascar algo por puro talento. En esa narrativa quiero ver a Ruben Días, un hombre que, en los partidos clave, siempre me deja dudas.
Jude Bellingham (Inglaterra/ Borussia Dortmund). El mundo está enamorado de este chico de diecinueve añitos. Su presencia en el Dortmund le complica mucho destacar a nivel internacional, así que veamos con la vigente finalista de la Eurocopa. Hay algo siempre de sospecha con las jóvenes promesas inglesas (así Fowler, Owen, Foden, Grealish y un largo etcétera a lo largo de las décadas). Veamos si Bellingham rompe la racha o si Southgate le coloca a cualquier tuercebotas por delante en el once.
Pedri (España/Barcelona). Otro chico de diecinueve años al que urge ver en la máxima exigencia. Su Eurocopa, por ejemplo, fue grandiosa… aunque en Champions, con el Barcelona, no ha ofrecido la misma versión. Todos estamos de acuerdo en que es buenísimo, pero ¿hasta qué punto? Los mundiales están para eso, para confirmar jerarquías. Por talento, el número uno de una España guerrera. Pero el talento, sin competición, suele quedarse en nada.
Luka Modrić (Croacia/Real Madrid). Balón de Oro y finalista del Mundial de Rusia en 2018. Ganador de cinco Champions con el Real Madrid en los últimos nueve años. Pese a sus 37 años, el croata sigue siendo una delicia de ver, capaz de aguantar todo el partido de arriba abajo, regalando pases con el exterior y viendo el hueco donde nadie más lo intuye. Todos entendemos que este será su último baile y que Croacia no podrá volver a sorprender al mundo. Pero son croatas, caramba, se dedican a eso.
Heung-min Son (Corea del Sur/Tottenham). ¿El mejor jugador desconocido del mundo? Puede ser. Son fue clave en el Tottenham que quedó subcampeón de Europa en 2019 y en el que se clasificó para la Champions de este año, aunque todos los elogios se los lleve siempre Harry Kane. Es, de lejos, el mejor jugador asiático de la década y el Mundial, al fin y al cabo, se disputa en Asia. Aunque no arbitren Byron Castillo ni Gamal Al-Ghandour, entre Son, Kang-In Lee y Jae-sung Lee debería dar para unos cuantos minutos de espectáculo.
Kylian Mbappé (Francia/ París Saint Germain) ¿Fenómeno o niño malcriado? Mbappé se erigió como sucesor de Ronaldo Nazario con su potencia y explosividad ya de adolescente en el Mónaco. Desde entonces, ha ganado un Mundial, una Nations League (marcando, además, el gol decisivo) y ha jugado una final de Champions. Para un chico de veintitrés años, no parece poca cosa. Sin embargo, hay algo fatalista en él, de constante descontento, el rey que se aburre en palacio y al que no dejan de mandarle compañeros de juego a los que trata con desprecio. Aún no sabemos si Mbappé es el mejor jugador del mundo o simplemente nos hemos empeñado en que lo sea. Un segundo mundial con una actuación notable nos sacaría a todos de dudas.
Neymar (Brasil/París Saint Germain). Dicen los que saben que Neymar lleva varios años siendo el mejor jugador del mundo, pero que, como nadie ve al PSG, pues no nos hemos enterado. Puede ser. Cuando toca Champions siempre hay una lesión o un cumpleaños. Hace ocho años le lesionaron en cuartos y hace cuatro se convirtió en carne de “meme” con sus volteretas por el suelo. No puede ser que el segundo máximo goleador de la historia de Brasil (el primero, ojo, es Pelé) no nos regale un Mundial de ensueño. Al menos uno. Ojalá sea este.
Leo Messi (Argentina/París Saint Germain). No sabía si meterlo porque quizá sea un nombre demasiado obvio, pero a nadie se le escapa que, en términos históricos, habría un Messi sin Mundial y un Messi con Mundial. El segundo, directamente, comería en una mesa aparte. Campeones de América hace poco más de un año, los argentinos vienen con su equipo más competitivo en décadas. No el mejor, aclaro, el más competitivo. El problema es cuando esa competitividad se mide contra los europeos. Ahí, inevitablemente, habrá que agarrarse a Leo.
Louis Van Gaal (Países Bajos). Un mito. Un genio. Un incomprendido. Su Ajax jugó mejor que el Ajax de Cruyff, pero decirlo es herejía. Su Barcelona no jugó tan bien, pero con él debutaron Xavi, Iniesta, Puyol y Valdés, sembrando la semilla de lo que sería uno de los mejores equipos de todos los tiempos. Enfermo de cáncer y con 71 años a cuestas se presenta en Qatar con una selección con la que es imposible atenerse a nada: son todos buenos, sí, pero ¿son muy buenos? ¿tienen un par de eliminatorias en las piernas? ¿Repetirán la machada de 2010? Si Países Bajos lo hace bien, ya habrá algún De Jong al que premiar. Si lo hace mal, los palos irán al de siempre.