Recién terminado un mes que ha cabalgado entre días cortos y largos, donde la luz se va dejando ver cada vez un poco más, donde las temperaturas han variado entre unas máximas y unas mínimas poco habituales, un mes celebrado por muchos y no tanto por otros, reivindicado por otros tantos y tantas más, ya podríamos decir que ante todo y como bien viene siendo habitual en esta columna -que seguramente a muchos les parecerá todo una aberración- el mes de marzo (o «el mes de la mujer») ha dejado, como siempre, una retahíla de cosas (y tormentos) por aprender.
Vayamos por partes. En primer lugar, empezar marzo supuso celebrar un título amargo para la selección femenina de fútbol. «Celebrar» y «amargo» parece ser lo común ya para ese conjunto de jugadoras. Si bien, en este caso, no hubo ningún «feminista de verdad» amargando la fiesta y sentenciando su propia carrera, no podemos obviar el momento inusual que vive un equipo en el que se han visto cambios, pero que queda mucho por hacer.
De hecho, sin ir más lejos, la Federación cambió el estadio del partido a poco más de 15 días de empezar la fase final, sin dejar margen de maniobra para aficionados. Aún así y para los que vengan a decir que la culpa de que nadie vaya a ver el fútbol femenino no es de la Federación, les tenemos que decir que el odio que creáis hace que cada vez crezca más un respeto y un cuidado hacia el mismo por parte de los verdaderos interesados.
El partido de la final registró un nuevo récord en un partido de la selección femenina en España y fue visto por 2 millones de personas, siendo lo más visto del día en TVE. Empezamos el mes celebrando y lo acabamos hablando de costumbres, porque ya se ha convertido en una lo de ver coches registrando el «palacete de Las Rozas». En fin, todo cambia para cambiar poco.
Bajar al suelo para volar más alto
Unos pocos días después, Ana Peleteiro volvió y se convirtió en la tercera mejor marca del campeonato mundial con su segunda mejor marca personal. Se dice pronto. Volvió tras 14 meses de dar a luz, saltando 14, 75 metros en la modalidad de triple salto. 14 meses que son alrededor de 426 días (día arriba día abajo) con sus noches y sus días. Una recuperación en tiempo récord para una deportista de élite.
Habrá gente que se recupere antes y se recupere después y está bien. No venimos a desprestigiar ningún otro tipo de recuperación pero sí venimos a dar prestigio, valor y respeto a lo que ha hecho Peleteiro. Una Ana que durante todo ese tiempo de recuperación también ha sufrido lo que viene siendo «común», como anteriormente comentábamos, a aquellos a los que no les viene bien que se recupere.
Durante este tiempo ella misma ha tenido que denunciar que «si a alguien le molesta que en su foto se vea un michelín ha de mirárselo». Ahora dice que es más fuerte y más Ana que nunca, este verano tenemos olimpiadas. Preparen sus teclados porque quizá les salgan llagas en los dedos para comentar todo lo que está por venir.
Y cómo no, hablemos de tenis, por favor
Indian Wells y Miami Open, el Sunshine Double. Dos torneos donde cada año ocurren cosas inesperadas, como invasiones de abejas o la desconexión del ojo de halcón, además de ofrecernos un nivel de tenis que da muestra de lo que nos servirá la temporada de tierra. Pero aquí siempre hablamos de más y queremos resaltar, en defensa del anterior artículo, que la calidad no entiende de géneros y que a veces es mejor callar y asimilar.
En el recién terminado torneo de Miami, en el que se ha visto el renacer de varios y donde Collins -la americana a la que en las ruedas de prensa todavía siguen cuestionando el porqué de su retirada por problemas de salud si sigue ganando- se proclamó justa vencedora, hubo un dato -lo que nos gustará un dato del que mane justificación- demoledor. Para los de los comentarios será algo puntual, sin contexto y sin sentido, seguramente.
Danielle Collins says she wouldn’t have to justify her decision to retire as much if she were a guy
“I wanted to ask, back to the question that was asked, what if you just have a great year right now, you're on this roll right now, if you just have tremendous results, is the… pic.twitter.com/71qCxYn2MM
— The Tennis Letter (@TheTennisLetter) March 27, 2024
El dato es el siguiente: mientras que en la semifinal entre Rybakina y Azarenka se vio un nivel extraordinario de tenis -no lo digo yo, lo dice el dato-, llevando el partido a tres sets, el último de ellos se convirtió en el más decisivo y determinante, con una duración de una hora y quince minutos (1h15’), solo un set; la semifinal entre Sinner y Medvedev duró enteramente una hora y once minutos (1h11’), ni un minuto más ni un minuto menos.
Y no, no es algo puntual, de hecho si miramos ambas finales, los tiempos se mantienen, respectivamente. Por un lado, el partido entre dos «titanes» como Sinner y Dimitrov duró en toda su integridad una hora y catorce minutos (1h14’), mientras que la final asediada por Collins frente a Rybakina, también en dos set, tuvo una duración de dos horas y dos minutos (2h02’).
Al igual que pasó en este torneo del que hablamos y a lo largo de todo marzo, durante este abril dejamos abierto el paraguas.
Es intrigante la defensa de un artículo que presenta un titular tan problemático y sesgado. Alcaraz solo fue cuestionado sobre la WTA, sin necesidad de mencionar jugadoras específicas. Además, Coco Gauff no es «la primera tenista menor de 20 años en lograr al menos 12 victorias consecutivas en torneos de Grand Slam». Tanto Hingis como Graf alcanzaron más victorias consecutivas antes de cumplir 20 años, y lo hicieron en dos ocasiones cada una.
Veo como halagador que se le pregunte a Danielle Collins si reconsidera su retirada en vista de sus recientes éxitos. Desde luego una actitud más positiva comparada con las ocasiones en que se cuestionó a ex números uno como Roddick y Murray sobre su posible retirada cuando su rendimiento había decaído. Ahora que he leído la razón detrás de la decisión de Collins, ya no formularía esa pregunta. Quizás la periodista debería haber estado al tanto del motivo, o quizás no, ya que es algo muy personal, según indica la tenista. No obstante, considero la pregunta como pertinente, realizada con respeto y enfocada en su éxito deportivo. La propia periodista responde, «I don’t view it as a gender thing.” Sin embargo, si se desea encontrar controversia en todo, adelante.
Basar la calidad de un partido únicamente en su duración no creo que sea el mejor criterio. En la final entre Sinner y Dimitrov se vio muy buen tenis, aunque Sinner fue claramente superior.
Anhelo el regreso de Guillermo Ortiz para que comparta sus perspectivas sobre el tenis. Dudo que él utilice expresiones como «la final asediada por Collins frente a Rybakina» (?). Su ausencia es notablemente sentida.
Muy buen artículo. Bien escrito y documentado. Se nota que sabe de lo que habla.