Hace una semana Xavi imploraba tras ganar al Alavés que les dejasen competir. Frente al Granada, el penúltimo de la tabla, un equipo que sólo había conseguido un punto fuera de casa en lo que va de campeonato, el Barça empató tras un partido de feria, de chiste, en el que encajó tres goles y en el que Lamine Yamal marcó dos.
Los azulgrana se quedan a diez puntos del Real Madrid y no aprovecharon los pinchazos del Girona y el Atlético de Madrid, pero lo peor sigue siendo la sensación que transmite de caída libre, sin tope ni fondo. Y que no le pueden echar la culpa a los árbitros, claro.
El argumento de la conspiración les ha durado un suspiro a Laporta y Xavi; lo que tardó el Madrid en golear y apabullar al Girona por 4-0 mientras su equipo era incapaz de ganar ante uno de los peores equipos de LaLiga. Con los mismos errores de siempre: desgobierno, errores no forzados, falta de concentración, de ritmo y fallos defensivos garrafales, a lo único que se agarra el Barça es a un chaval de 16 años, Lamine Yamal, que más no puede hacer.
Él solito se puso al equipo a la espalda e hizo de todo, goles, asistencias, recuperaciones, pases en profundidad… y no fue suficiente. Nada lo es porque son un coladero, un batiburrillo sin orden ni concierto -ya de fútbol ni hablamos- y con una papeleta por delante que pasa por visitar San Mamés, el Metropolitano, el Berbabéu y Montilivi en esta segunda vuelta.
La situación es preocupante porque la reacción que llevan anunciando desde hace meses es inexistente. El adiós en diferido de Xavi tampoco ha servido, aunque él estaba convencidísimo de que sería la solución a todos los males, que salir a contar que se piraba y empezar a jugar bien y ganar sería todo uno.
Laporta se lo compró a medias -«acepto la fórmula porque es Xavi», declaró- y le toca mover ficha aunque a estas alturas debe estar rezando para que pasen la eliminatoria contra el Nápoles porque el dinerito de la UEFA lo tiene presupuestado. Eso sí, los más realistas ya comienzan a sospechar que en la Champions, tarde o temprano y viendo la debilidad defensiva, les pueden hacer mucho daño y ojo que el listón está por las nubes con los ocho goles del Bayern.
Sin Xavi de parachoques el presidente está expuesto y sin un plan que se sepa. Más allá del relato del madridismo sociológico tiene a un equipo eliminado de la Copa, a 10 puntos del Real Madrid -que le humilló en la final de la Supercopa- en LaLiga en febrero y con un entrenador que le comunicó por sorpresa que se iba.
Lo normal sería estar nervioso y por lo que contaron en Catalunya Rádio, lo está, porque tras el empate ante el Granada entró al palco dando voces y hasta una bandeja de canapés voló por los aires. En Montjuïc puede respirar tranquilo, eso sí, porque ayer tras el primer gol de Yamal en el minuto 14’ el estadio hizo la ola. No es broma, no. Tal cual.
Al final de la noche el técnico salió a decir: «No damos la Liga por perdida ni mucho menos», pero a estas alturas ya nadie se lo toma en serio y resulta tremendo pensar cómo un mito del barcelonismo como él está terminando así, de esta mala manera, el que era el sueño de su vida. No tiene pinta de que vaya a ser el único que se caiga por el precipicio y precisamente eso es lo que da más vértigo en un Barça cuesta abajo y sin frenos.
Bueno lo del relato, el victimismo y todas esas milongas les sirve para que ayer Pedri no le expulsaran por una entrada terrorífica en la primera parte y para empatar el partido con una falta de libro de Yamal. Todo sea por recortra un punto al Girona y a lAtleri (lo de las ruedas de prensa de Xavi no puede ser más patético) y los millones de la superocopa…
Kilgore, después de leer el texto deberías pensar y escribir tú opinión, no lo que te dicen que tienes que decir
Soy barcelonista y este texto describe perfectamente lo que es el Barsa hoy. Un gran trabajo Gemma Herrero.