Marc Gasol Sáez y Aíto García-Reneses las han visto de todos los colores. Pero esta temporada, además de talento y conocimiento, han tenido que tirar de sangre (el sudor ya se le supone) y lágrimas para que un debutante Bàsquet Girona esquivase el descenso de la Liga ACB. Sumaron una derrota menos que el Coosur Real Betis, equipo con mejor balance (10-24) que perdiera la categoría.
La convivencia no ha debido ser sencilla. Aíto… tan reconocido, tan metódico, tan controlador ante una situación totalmente anómala; su mejor jugador, Marc, además de esa influencia en el juego y ser el más veterano, era y es el presidente del club que le fichó. Seguramente, el peor momento del club catalán se construyó en febrero, durante aquellas dos semanas sin competir debido a la Copa y las ventanas FIBA. El grupo se desinfló por completo. Fichajes de última hora y un cuerpo técnico entregado, Lubos Barton y Albert Sabat fueron sus asistentes, así como de una calidad humana reseñable, resguardaron a nuestro septuagenario maestro.
Marc y Aíto, Aíto y Marc han protagonizado una situación más que insólita, El entrenador cogió las riendas del equipo con 75 años y acabó con 76. Para valorarlo en su justa medida solo hay que echar un vistazo a la NBA donde Greg Popovic, con 25 meses menos que el madrileño, es el abuelo de la liga. Por cierto, Coach Pop tiene una buena relación con él, al que invitó en un inicio de temporada con sus San Antonio Spurs. Respecto a Marc, lo dicho, como ya pasara en su última experiencia en la LEB Oro, asumió las tareas de jugador y máximo dirigente. Igual ponía un tapón que, horas más tarde, negociaba con el ayuntamiento. Entiendo que ambos han acabado agotados mentalmente y físicamente. Big Marc, 39 años, no ha padecido ninguna lesión seria, pero sí ha tenido que batallar con lógicos y cronificados achaques físicos, diría que principalmente en su pie. Son casi dos décadas como profesional a caballo de la ACB, NBA, LEB Oro y selección.
Esto le privó a Aíto de tenerlo compitiendo en 4 partidos y muchas sesiones de entreno. Esos parones se tradujeron en relevantes subidas de peso, contra las que, por genética, el de Sant Boi de Llobregat ha tenido que lidiar toda su vida. Esa lucha permanente por alcanzar la forma adecuada en una liga tan exigente como es la Liga Endesa, debe haber sido una locura. Locura con la que se dice que quiere acabar anunciando su retirada por todo lo alto en la ciudad donde prometió (y cumplió) volver a jugar algún día. La idea es dedicarse plenamente a su tarea como «Presi». Sin embargo, tengo un pálpito, ahora que aún es pronto y que aún le debe doler el cuerpo, que transcurre el verano e incluso parte de la temporada 2023-24.
Se dice que nosotros mismos podemos ser nuestro peor jefe. Es su club, su ciudad y sabe que aún puede aportar mucho en la pista. Ha sido el 6º jugador más valorado de la liga con 16.2 créditos. En poco más de 24 minutos ha promediado 10.4 puntos con un 54.2% en tiros de dos, 5.7 rebotes, 2.8 asistencias, 1.3 tapones y 0.7 robos. ¿A alguien le extrañaría que se marcara un Michael Jordan? Sí, me refiero a que baje del palco y se enfunde la elástica roja gironina a última hora de la pretemporada o incluso, como en su etapa en la LEB Oro, lo hiciera ya con esta comenzada.
Le pego un telefonazo a Aíto. No concede entrevistas en este momento, así que no puedo publicar lo que hablamos en esa conversación. Sí, puedo confesar que le pregunté quién había acabado física y mentalmente más cansado, si Marc o él. Con humor o no, con él nunca sabes, me respondió que físicamente Marc. Sobre si ya es el momento de olvidarse de la adrenalina de estar como primer entrenador en la élite, me responde con un esperado «ya veremos». Cuando cuelgo, tengo la convicción de que ni él mismo lo tiene claro.
No hay duda que la temporada ha sido agotadora para él, por mucho que refresque que hayan conseguido el objetivo de la permanencia. Ninguna de las dos partes ha mostrado especial interés en seguir juntos. El puesto será ocupado por un novel como primero en ACB, pero con hype: Salva Camps. Antes hubo un acercamiento con Joan Plaza, que ha acabado fichando por el AEK Atenas. No me cabe duda que, de una manera u otra, Aíto seguirá relacionado con el baloncesto. No puede vivir sin este deporte.
Profundizando en Marc, el primer retrato suyo es el de triunfador: multimillonario con 9 medallas con la selección española, entre ellas 4 Oros (2 Mundiales y 2 Europeos). Un anillo NBA donde fue 3 veces All Star, una Liga ACB, una Eurocup y un excelso abanico de premios individuales. ¿Pero cuánto curro hay detrás? ¿Cuánto trabajo físico, técnico y mental? Hubo algún momento en su vida en el que se le pasó por la cabeza dejar el baloncesto. Ahora es un disfrutón, pero ha sufrido mucho para llegar a donde ha llegado. Nunca tuvo el físico de su hermano y sí la larga sombra que te exige una explosión inmediata porque tu hermano mayor es un fuera de serie.
Tan fuera de serie como ser el mejor jugador español de la historia. Las comparaciones, acabar en un High School de norteamericano muy lejos de su entorno, -sus padres y él se mudaron a Memphis en 2001, cuando tenía 16 años y así acompañar a Pau en su aventura NBA-, un bajo nivel competitivo… A pesar de su colosal rendimiento deportivo en el «insti» y casi ser elegido Mr. Basketball en el estado de Tennessee, sus problemas de obesidad empeoraron. En general, los estudios clínicos revelan que los pacientes obesos presentan una tasa más elevada de alteraciones psiquiátricas como depresión, ansiedad, baja autoestima, fobias, personalidad antisocial y estrés.
«¿Qué hago con tanta rabia? Hay veces que la siento tan fuerte, que olvido de dónde viene». De tanto en tanto, sin pretenderlo, proyecto en otras personas fuertes sentimientos disfrutados o padecidos en algún momento de mi vida. Hace unos años, Pepu Hernández me explicó cómo había repescado en verano de 2006 a MG para aquella imborrable selección que encumbró a España, por primera vez, como campeona del Mundo en baloncesto. Me monté la película e imaginé que Marc, antes de ser convocado a mitad de la preparación y por sorpresa para todos, pudo haberse sentido así. «Eduardo Hernández-Sonseca era la opción, sin embargo, había posibilidades de que su tobillo no aguantara. Decidí llamar a Marc. Estaba todo el día en el sofá de casa bebiendo Coca-Cola y comiendo pizza, después de una temporada en la que no jugó casi por lesiones y la falta de confianza de Dusko Ivanovic, parecía haber tirado la toalla. Como si hubiera pasado del basket. Totalmente desmotivado» narra el ex seleccionador en el libro Historia del Baloncesto en España.
Entonces tenía 21 años, la misma edad con la que Pau también fue seleccionado, por primera vez, para jugar con la selección absoluta. PG acabaría colgándose una medalla de bronce que dio a España el pase para el Mundobasket además de colarse en el quinteto ideal del torneo. Antes, a unos días de cumplir esa misma edad, ya había sido elegido con el número tres del draft de la NBA por los Atlanta Hawks, aunque inmediatamente sus derechos serían concedidos a los Memphis Grizzlies. Volviendo al Mundial de Japón de 2006, el mediano de los Gasol fue rascando minutillos, pero no jugó ni un segundo en aquel partido en semifinales a cara de perro contra Argentina. Las necesidades hicieron, Pau se lesionó en aquella semifinal, que acabara siendo un as en la manga de Pepu. Como todos sabemos, batirían en la final a toda una campeona de Europa como Grecia, que les había esperado un tanto cansada, pero confiada. Se habían cargado a los Estados Unidos (101-97) de Lebron James, «Melo» Anthony y Dwyane Wade con un Sofoklis Schortsanitis, 6 de 7 en tiros de campo, que jugó con los pívots estadounidenses como si fueran muñecos de trapo.
Mientras, sus compañeros, desde fuera pulverizaron una y otra vez la red yankee. Pepu puso a Marc sobre los alrededor de 145 kilos de peso de Baby Shaq. Este perdió 4 balones, cometió 3 faltas y únicamente pudo tirar dos veces. Visto el estropicio, el coach Giannakis lo mantuvo en pista 7 minutos. Todo el mundo se sorprendió de la fuerza, agresividad y valentía de Marc… menos los que estuvimos en la concentración de la selección en Los Barrios, Cádiz. Allí, en aquellos entrenamientos bajo un calor infernal, los periodistas alucinamos con la cera que Marc le daba a su hermano Pau cada vez que intentaba coger la posición o acabar una jugada. Parecía que dentro de la pista lo odiaba. La intensidad era brutal. Las hostias se oían perfectamente. Pau fue el MVP de ese histórico Mundial, para mí un trocito se lo debe a su hermano.
Recuerdo haber seguido a Marc desde cadetes. Entonces el desaparecido Miguelito López Abril (DEP) ya le obligaba a invitar a refrescos al resto del equipo si en los controles de peso sobrepasaba los límites que habían estipulado. Miguelito, que también había entrenado a su hermano Pau y Navarro, «La Bomba» lo considera como uno de los mejores entrenadores que haya tenido, me decía aquel septiembre del 99 que «tiene mejor mano que su hermano y será como él de alto. Tiene 14 años, mide 2.05 y su cuerpo aún es el de un niño». Aquel niño acabó siendo uno de los mejores de Europa y de la NBA. No obstante, su mejor logro, es posible que no sea nada de eso, sino fundar la Gasol Foundation, organismo que trabaja tanto en EE. UU. como en Europa por la reducción de las cifras de obesidad infantil a través de la difusión de hábitos de vida saludables. Concienciación y experiencia que le ha valido al propio Marc para salvar algo más que su despampanante carrera como jugador profesional de baloncesto.
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