De repente, un anuncio inesperado amenaza con alterar el verano a millones de españoles. No hay respeto por nuestros hábitos, aún más sagrados en vacaciones, periodo que debería ser sinónimo de tranquilidad y de planicie. Resulta inadmisible ¿Cómo puede ser? ¿Quién se cree este tipo para cambiarnos el paso de esta manera? ¿Cómo se le ocurre a Kylian Mbappé confirmar que no se moverá del Paris Saint-Germain la próxima temporada? ¡Si ni siquiera estamos aún en junio!
Mbappé, a lo suyo, no piensa en los aficionados y, lo que es peor, no piensa en los periodistas. La prensa es la gran damnificada. En un verano sin un Mundial o una Eurocopa, ni siquiera unos tristes Juegos Olímpicos que llevarse a la boca, su comportamiento egoísta se antoja especialmente inclemente. Más grave que jugar con las ilusiones de toda una afición es hacerlo con el pan de todo un gremio. «El año que viene jugaré en el PSG, todavía tengo contrato y lo cumpliré», dijo este domingo tras ganar la Liga. Como si hubiera alguna forma de no cumplirlo.
Lo dijo y se quedó tan ancho, despreciando los daños colaterales. Si El chiringuito de jugones cotizara en bolsa —y más pronto que tarde lo hará—, la gráfica con su valor bursátil habría traspasado ya el centro de la tierra. No subestimo la capacidad de imaginación de la factoría Pedrerol —más que demostrada— para sobreponerse al varapalo, pero el reto es mayúsculo. Aunque dicen que una golondrina no hace verano, pocas cosas lo vertebraban mejor que el tictac de Josep, el auténtico latido estival de este país. Al menos, vuelven el Grand Prix y la vaquilla, pero está visto que no se puede tener todo.
No podremos refrescar las tardes de julio y agosto con el habitual gazpacho informativo. ¿Qué dorsal lucirá Mbappé sobre el blanco de su nueva camiseta? ¿Qué día será su presentación ante casi cien mil devotos? ¿Se decantará por La Moraleja o por La Finca? —de esta duda excluyo a Pipi Estrada, que aseguró hace más de un año que ya tiene casa en las dos—. Los redactores, liberados de tareas como revisar su Instagram para ver si ha empezado a seguir a Rodrygo o Nacho, podrán dedicar su tiempo a otras más interesantes, como escrutar el outfit de la estrella en busca de mensajes ocultos: ¿no te parece que esos calcetines blancos quieren decirnos algo? ¿Esconderá el guiño en la ropa interior, tal vez?
Pero no se preocupen, estoy exagerando. Mbappé no va a desaparecer de nuestras vidas así como así. Para empezar, nos cuentan que de aquí al 31 de julio debe decidir si ejerce una opción unilateral para alargar su contrato hasta 2025. Si no lo hace, el 30 de junio de 2024 se convertirá en eso que ahora los periodistas patrios denominan «agente libre», sospecho que con la esperanza de equipararse a los Wojnarowski y compañía. Y si Mbappé no prorroga… ¡que empiece la fiesta! «Creo que tendremos culebrón Mbappé a partir de enero o incluso antes, en noviembre o diciembre», vaticinaba este lunes en A diario de Radio Marca Miguel Serrano, tertuliano apodado El látigo. Demasiado tiempo, en todo caso, para unos medios que quieren clicks y los quieren ya. No pueden permitirse un verano de transición y, como le pasa al Real Madrid con Benzema, si se les cae Mbappe no hay un recambio claro a la vista. ¿Con qué nos sorprenderán? Yo estoy intrigado.
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