¿Quien dijo que la Euroliga no interesaba?

A la pelea entre jugadores de Real Madrid y Partizan le siguió, como es preceptivo, la retahíla de adjetivos que no deben faltar en estos casos: lamentable, vergonzoso, bochornoso… Todos atinados, claro. Ante sucesos así, el periodista deportivo se aplica con fruición, y muy bien que hace. No nos puede quedar más claro que los valores del deporte tienen los mejores custodios posibles cuando aficionados o profesionales se descarrían: «Hemos hablado muchas veces muy bien de un deporte como el baloncesto, que transmite valores», dijo en la Ser Francisco José Delgado; «bueno, hoy todos los valores estos se han ido a tomar por saco». Clarividente.

Fue hermoso comprobar cómo la canasta recuperó el foco de golpe, nunca mejor dicho. La trifulca, con mención especial para la llave de Guerschon Yabusele a Dante Exum, tuvo en nuestros medios un efecto movilizador similar al de la plata de Los Angeles 84. No descarten que a este inesperado boom mediático le siga, a corto plazo, un repunte en el número de licencias federativas. Fue todo muy repentino. Los mamporros llegaron en el segundo partido de la serie de cuartos de final de la Euroliga. Cuarenta y ocho horas antes, en el primero, Real Madrid y Partizan se habían enfrentado sobre el mismo parquet y también con victoria visitante pero ante el desinterés manifiesto de la prensa especializada. El Larguero (Cadena Ser) no le dedicó ni dos minutos. En El partidazo de Cope ofrecieron el resultado en los titulares y luego, hacia el final del programa, le dedicaron poco más de un minuto. En Radioestadio noche (Onda Cero) no llegó a los 45 segundos en boca de Carlos Bustillo poco antes de acabar.

El segundo partido, en cambio, fue el tema estrella de la noche en los tres programas. Y se sumó a la fiesta El chiringuito, por supuesto. «Cuando veo baloncesto en El chiringuito, me preocupo», dijo en su día Sitapha Savane. No es para menos. El programa de Josep Pedrerol sólo mira a la Euroliga cuando merece la pena. Por ejemplo, cuando la afición del Real Madrid recibió a Nikola Mirotic al grito de «¡Rata!», episodio tras el que la Euroliga retiró la acreditación al programa. O cuando la expedición del FC Barcelona abandonó a Thomas Heurtel en Estambul. «A ver si hablamos también de lo bueno del baloncesto», se propuso Pedrerol entonces, como quien se propone perder peso sin la menor intención de hacer dieta ni ejercicio.

«A esta hora es absolutamente irrelevante analizar el partido del Madrid», dijo Juanma Castaño (Cope) al oír que Chus Mateo comparecía en rueda de prensa y, para empezar, hablaba de los balones perdidos. Tan irrelevante como lo había sido dos días antes. Al enterarse de que todos los jugadores del Real Madrid habían sido descalificados, consultó a sus especialistas: «¿Existe la posibilidad de que no haya tercer partido?». Sólo le faltó preguntar si las expulsiones habían sido por roja directa o por doble amarilla.

«No puede ser es que le pegues un truco en el pecho a un jugador rival porque estés perdiendo por 15», opinó el propio Rubén Parra. Sobre la una de la madrugada, los servicios médicos del Partizan informaron de que Exum sufría una rotura de tendón en un dedo del pie. «O sea, que esa acción de Yabusele ha lesionado de gravedad al jugador del Partizan, que se pierde lo que resta de temporada», avanzó Juanma Castaño. Al cierre de esta edición, Exum jugó ayer con normalidad el tercer partido.

«Yo creo que lo mismo Yabusele no se vuelve a poner la camiseta del Madrid, es muy grave lo que ha pasado», aventuró Parra. Al menos, dejó claro que se trataba de una mera ocurrencia, una de tantas con las que, a falta de información, se rellenan horas y horas. En cambio el diario La razón publicó una supuesta información —luego eliminada de su edición digital— titulada: «El Madrid dará ejemplo después de las sanciones de la Euroliga», que apuntaba esa misma posibilidad. El domingo, Yabusele formó en el quinteto titular ante Casademont Zaragoza y fue además recibido con vítores.

Los medios, por supuesto, deben prestar atención a un suceso así, y hasta ponerle carga editorial crítica. El problema no se produce por exceso —dominguero— sino por defecto. La Euroliga es una competición espectacular que ni siquiera tiene eco cuando la gana un equipo español, cosa que tampoco es habitual, precisamente. En lo que va de siglo sólo ha sucedido cuatro veces: dos títulos del FC Barcelona (2003 y 2010) y dos del Real Madrid (2015 y 2018). Basta recordar el trato que estos mismos programas dieron a este último triunfo, absolutamente eclipsado por las despedidas de Andrés Iniesta y Fernando Torres ante sus aficiones. Mención especial merece la cobertura de la Cadena Ser. Aquel 20 de mayo de 2018, Manu Carreño comenzó El larguero hablando de Primera División —los mencionados Iniesta y Torres—, siguió con los resultados de Segunda y Segunda B, habló de la convocatoria del seleccionador, Julen Lopetegui, continuó con la actualidad en las ligas de Italia y Francia, luego con la Copa de Portugal… sí, con la Copa de Portugal. Y luego ya, entonces sí, Carreño mencionó que el Real Madrid había ganado la Euroliga al Fenerbahçe, precisamente en Belgrado. Ya sabe lo que tiene que hacer el campeón de la próxima Final Four de Kaunas para que su título luzca más: montar una buena tangana.