Lo hizo el Liverpool en la fase de grupos de este año de la Champions, lo hizo el Real Madrid hace unos años, lo suelen hacer casi todos los equipos que se enfrentan al Napoli en competiciones europeas. En cuanto las bolas del bombo emparejan a un equipo con los partenopeos y se acerca la fecha del partido a jugar en el San Paolo, los servicios de prensa de los distintos equipos se llenan de advertencias y consejos como si los aficionados visitantes fueran a recalar en una zona de guerra. Advertencias sobre seguridad, sobre violencia, sobre robos que acentúan el estigma y el estereotipo sobre una ciudad, Nápoles y una zona, el sur de Italia, que lleva décadas luchando tanto contra sus problemas como contra los clichés y la discriminación.
Lo curioso es que si el Liverpool o el Real Madrid se hubieran preocupado de la seguridad de sus aficionados, más allá de dejarse llevar por una fama que esconde un poco bastante de racismo, quizá se hubieran guardado sus advertencias para Milán, pues según datos que publica anualmente un estudio de «Il Sole 24 Ore» , es la ciudad lombarda la que más índice de criminalidad ostenta de toda Italia. Sin embargo, jamás se ha pedido un cuidado extremo o fuera de lo normal cuando son el Inter o el Milan quienes reciben a los visitantes europeos. Napoli se sitúa la décima en ese índice y es superada por ciudades norteñas que tienen fama de seguras y tranquilas como Torino, Bolonia y Florencia.
El Napoli está a punto de conquistar el tercer Scudetto de su historia tras una temporada liguera fantástica. Nadie lo esperaba en Campania. Durante el verano habían vendido a uno de sus principales jugadores, el senegalés Koulibaly por 40 millones de euros, y también se marcharon Dries Mertens y Lorenzo Insigne, que eran el corazón del equipo. El año anterior, el equipo dirigido por Spalleti había comenzado bien la temporada con ocho victorias consecutivas, pero después el equipo se desinfló, así que para la temporada 2022-2023 todos esperaban un año de transición. Continuaba Osimhen, un grácil delantero que le había costado al club de manera oficial 70 millones, en una turbia operación que investiga la fiscalía.
Llegaron dos desconocidos a la defensa y al ataque. Kim Min Jae, un defensa coreano procedente del Fenerbahçe y un jovencito espigado de nombre impronunciable y nacionalidad georgiana, Khvicha Kvaratskhelia, que se ha metido en menos de seis meses al mundo del fútbol en el bolsillo. Repleto de descaro y desparpajo, con una calidad individual exquisita y una visión de juego extraordinaria, lleva 12 goles y 10 asistencias y ya suena, como era de esperar, como posible fichaje de los grandes de Europa. Dicen que Madrid, PSG y City están interesados. La directiva trabaja ya en una renovación con aumento de sueldo hasta 2028 y el muchacho parece haber dicho que sí. Esto no evitará los rumores continuos y el georgiano será portada en los periódicos de media Europa cada vez que no haya noticias. El periodismo deportivo abusa de tópicos y la portada con la estrella emergente como promesa de éxito para aficionados madridistas o culés es uno de ellos.
En Nápoles, tanto la ciudad como el equipo soportan siempre los mismos discursos. Que si el racismo del norte, que si la pobreza del sur, que si Maradona, que si San Genaro y que si la mafia. Cuando se proclamen campeones de liga o afronten su doble compromiso en cuartos de final de Champions contra el Milan, es decir, contra el poderoso norte, el ruido se incrementará más. Es probable que en Instagram también veamos a más turistas «enamorados» de lo que ellos llaman «el encanto decadente de Nápoles» con la fotografía de una calle que esté más sucia de lo normal. La pobreza como fetiche, el hobby favorito del turista que se cree viajero, ya saben ustedes.
Si gustan de algo más que de Instagram, pueden buscar en Google cómo la Camorra ha influido en la gestión de los residuos de Nápoles. Y pueden contar el número de muertos que produce la Camorra. A ver si el tema les sigue pareciendo «encantadoramente decadente». Nadie dice que vivir en el sur sea fácil. Pocos países muestran una ruptura tan abrupta entre regiones. La región norteña de Trentino Alto Adigio, famosa por su turismo de montaña y sus esquiadores de éxito, tiene una renta per cápita de más de 37.000 euros, mientras la de Campania es de 16.368 euros. En el norte se dedican una media de 400-600 euros por habitante a investigación y desarrollo, mientras que en el sur son menos de 200 euros.
El paro roza el quince por ciento en Calabria o Sicilia y, en cambio, en Trentino Adigio se roza el pleno empleo. El sur es más pobre, menos desarrollado y además lidia con la ya mencionada mafia, uno de los problemas más graves de Italia, tantas veces romantizada de manera indignante. Pero el sur futbolístico y el sur social es mucho más que toda esa problemática existente. El campeonato italiano ha sido dominado desde sus inicios por clubes del norte de Italia y la Padania. Como si el fútbol imitara a Julio César, el Rubicón forma una barrera cultural y sociológica que se ha trasladado al deporte.
Los dos equipos de la capital, Roma y Lazio, han ganado cinco veces la liga entre los dos. En 1970, el Cagliari comandando por Gigi Riva conquistó para Cerdeña un Scudetto histórico. Cagliari se puede considerar cultural, social y económicamente como sur y Roma es un verso libre, pero si nos ceñimos estrictamente a la geografía solo el Napoli ha llevado la miel del triunfo al sur, con dos campeonatos conquistados en los ochenta guiados por el genio de los genios, Diego Armando Maradona.
Esos logros son muy poco botín ante el avasallador dominio de los equipos norteños. Pero el Napoli está lejos de ser un club pequeño, tanto por tradición como por el espléndido momento que vive actualmente. Más allá de la narrativa del humilde luchando contra la prepotencia y la riqueza del norte, el presidente Aurelio Di Laurentiis que compró el club hace casi veinte años, ha conseguido situar a los partenopeos como un candidato a títulos todos los años y un visitante habitual de competiciones europeas. Productor y distribuidor de películas, Di Laurentiis es un exitoso empresario. Su ciclo de películas navideñas (de las que hay nueve) han sido auténtico taquillazos en Italia. La versión Navidad en Miami ganó en taquilla en 2005 a Harry Potter, King Kong o Las crónicas de Narnia. Campania es una región dinámica y con un futuro esperanzador, produce el 50 por ciento de las nueces de Italia y lidera también la producción de tomates. El puerto de Nápoles es el segundo con más tráfico de pasajeros de todo el mundo tras Hong Kong, impulsado por la poderosa industria de cruceros que navegan en el Mediterráneo.
Cuando Di Laurentiis se hizo cargo del club en 2004, el Napoli tuvo que empezar desde la serie C por un tema de refundación por deudas. Solo tardo tres años en volver a la Serie A. En 2012, ganaron el primer título de la era Di Laurentiis con una Coppa conquistada ante la Juventus y desde entonces se convierten en un habitual de la Liga de Campeones. Lejos de los tópicos que tratarán al club como un equipo de pocos recursos, el Napoli es un club solvente y saneado económicamente. En la ciudad sueñan con poder mantener a las principales figuras. Osimhen y Kvaratskhelia son jóvenes y pueden esperar un tiempo a los grandes de Europa. Quien sabe. En el caso de que con este mercado cada vez más voraz recalen en tierras parisinas o mancunianas, no hay más que ver los fichajes hechos en los últimos años para tener la seguridad de que el Napoli volvería a hacer otra escuadra competitiva.
Aún quedan muchas cosas por mejorar como, por ejemplo, el estadio, que fue renombrado hace poco como el ídolo argentino. Situado bastante lejos del centro de la ciudad y con ciertas limitaciones estéticas, muchas veces el club no ha podido llenarlo. La propiedad de estadios en Italia sigue siendo una de las carencias más evidentes que tiene el fútbol italiano para poder competir en igualdad de condiciones con el resto de Europa. Además, en un fútbol cada vez más desigual y con la entrada de capitales de empresarios de oriente medio en los clubes, el Napoli y clubes similares tienen muy difícil retener a sus estrellas.
En el momento de escribir estas líneas, el Napoli cuenta con dieciséis puntos de ventaja en la liga italiana y cuenta los días para que la ciudad explote en una algarabía azul sin límite. Con la misma ilusión se espera el duelo contra el Milan que podría otorgar una plaza en semifinales de Champions, un hito histórico y a partir de ahí, a soñar. Lo más importante es ganar, digan lo que digan los discursos que buscan otorgar una justificación moral a un estilo de juego, pero lo cierto es que, haga lo que haga el Napoli esta temporada, lo habrá hecho, además, practicando el mejor fútbol de Europa junto al Arsenal. Un fútbol rápido, voraz, desbordante de ansiedad por ganar y golear.
El Napoli será el mejor campeón de Italia de los últimos años. Un incentivo para visitar una ciudad, que enamora a los que se olvidan de los siniestros prejuicios y la visitan. Nápoles cuenta con el Museo Arqueológico Nacional, uno de los más prestigiosos del mundo en esa temática, tiene Pompeya y Herculano a media hora en coche, presume de la costa amalfitana, lugar de descanso de personajes adinerados y de una belleza natural embriagadora.
La Plaza del Plebiscito es esplendorosa, y en la Cappella Sansevero se puede admirar el delicado realismo del Cristo Velato que realizó Giuseppe Sanmartino siguiendo un boceto de Antonio Corradini. Hay una Nápoles histórica, que fue española, una Nápoles que fue la primera en rebelarse contra los nazis. Hay una Nápoles cultural, que ama la música y la ópera, el lugar donde Pulcinella, oportunista y trepador, crea comedia del arte y arte de la comedia. Nápoles es el hogar del equipo más atractivo del momento y es una las ciudades más hermosas y fascinantes que uno puede visitar. Un lugar que es como las personas más interesantes, un cubo de Rubik, con el que puedes jugar a combinar distintas caras, olvidando prejuicios y apartando el cliché que esconde nuestro propio conformismo. Visiten Nápoles, tomen un Spritz bajo la radiante luz de ese Mediterráneo. Huyan, para hacer turismo y para todo, del estereotipo.
Estuve en Nápoles el verano pasado y lo cierto es que la disfruté mucho. Nos encantó sobre todo la zona del paseo marítimo y el puerto. Gente genial, comida deliciosa, mucha historia y como dices, una Costa Amalfitana impresionante. Ya que estábamos nos dejamos caer por Capri e Ischia, encantadoras ambas con sus diferentes estilos.
En cuanto al Napoli, muy cierto lo de Spalleti, este curso no cabía esperar algo así. Lo merece él como técnico y también De Laurentiis tras tantos años de insistencia. Con el Scudetto prácticamente asido con las dos manos, si juegan sin complejos ante el Milan (que hace poco les ganó 0-4) pueden perfectamente plantarse en la final de Estambul, aunque sinceramente esa parte del cuadro la veo para cualquiera de los cuatro.
Mejor que un spritz, una copa de falanghina o de greco di tufo!
No comprendo la moda ridícula de escribir incorrectamente los nombres de ciudades: ¿»Napoli», «Torino»? Aunque luego la autora sí escribe Milán, Florencia o Bolonia. Cómo se echan de menos los correctores de estilo.